El ajoblanco es una sopa fría originaria de Andalucía, en el sur de España. Su origen se remonta a la época de la dominación árabe en la región.
La receta tradicional del ajoblanco consiste en una mezcla de almendras crudas, ajo, aceite de oliva, vinagre, pan y sal. Estos ingredientes se muelen o se baten hasta obtener una textura cremosa y suave. Algunas variantes pueden incluir también uvas o melón para darle un toque dulce.
El ajoblanco se suele servir bien frío y se puede acompañar de diferentes ingredientes. Uno de los acompañamientos más comunes es la uva, que se puede añadir cortada en mitades o en trozos pequeños. También se puede acompañar con trozos de melón, jamón serrano o huevo duro rallado. Otros ingredientes opcionales pueden ser almendras tostadas, pepino en rodajas o aceitunas.
En cuanto a su presentación, el ajoblanco se sirve en un plato hondo o en un cuenco, y se puede decorar con hojas de hierbabuena o perejil fresco. Es una opción refrescante y ligera para los días calurosos de verano, y suele ser muy popular en toda España.
Ajoblanco
El ajoblanco malagueño es una sopa fría de almendras típica de la provincia de Málaga, en la que los ingredientes principales son la almendra y el ajo. Se sirve bien fresquito sobre todo en la temporada de verano, una estupenda opción como entrante de una comida.
Ingredientes del ajoblanco malagueño
Cómo se hace el ajoblanco
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Pelar las almendras
Calentar a fuego alto abundante agua en un cazo y cuando comience a hervir, añadir las almendras crudas.
Escaldar las almendras duranta 30 segundos removiendo ligeramente con una cuchara, retirar el cazo del fuego, colar las almendras y colocarlas en un bol.
Cuando se hayan enfriado un poco, pelas las almendras y reservarlas para más tarde.
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Preparación
Poner la miga de pan duro en un recipiente con agua y dejarlo en remojo durante un minuto.
Pelar los dientes de ajo y añadirlos al vaso de la batidora junto con el pan previamente escurrido y las almendras peladas.
Procesar con la batidora hasta crear una especie de pasta homogénea, verter el aceite de oliva, el vinagre y volver a procesar hasta que todos los ingredientes queden bien integrados.
Traspasar la pasta a un recipiente amplio y añadir poco a poco el agua, mezclando con una paleta de cocina al mismo tiempo y hasta que la pasta quede bien diluida.
Añadir sal al gusto, remover y verter el ajoblanco en un táper, tapar y meter en la nevera durante 2 horas.
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Servir el ajoblanco
Quitar la piel de las uvas, colocarlas en los platos, distribuir el ajoblanco y añadir unas gotitas de aceite de oliva virgen extra.
Otra opción es servir las uvas insertadas en unos palillos a modo de brochetas.
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